Rubén Salim Brovia no tiene límites. En sus cortos 36 años dejó muchas cosas de lado en busca de sus sueños. Dice que no se lleva bien con el estrés pero hoy, después de algunas caídas, trabaja en el primer y único desarrollo científico del mundo capaz de curar heridas crónicas con un equipo de investigadores tucumanos. Es licenciado en Administración de Empresas, pero emprendedor es la palabra con la que se define por antonomasia. “Tiene que ver con una forma activa de ver la vida. El emprendedor sueña y va por eso”, dice y recuerda las idas y vueltas de su vida que lo llevaron a dejar todo y radicarse en España. Hoy, de nuevo en Tucumán cuenta que el camino del emprendedor es largo y complejo. ¡Pero vale la pena!
El programa puede ser visto todos los martes, de 21 a 21.30, a través de Canal 12 de CCC y en las plataformas de LA GACETA.
Rubén participó anoche del ciclo “La Otra Pregunta” y contó sobre sus inicios y sobre UnTech, el primer proyecto científico que ganó la competencia Naves (Nuevas Aventuras Empresariales), el concurso de emprendedores más importante del país y uno de los más importantes en América Latina. Junto a su socio, el investigador del Conicet Alberto Ramos Vernieri y un equipo de científicos de la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia de la UNT, trabajan en el desarrollo de productos que se aplican para tratar heridas crónicas como el pie diabético, las úlceras venosas y las escaras, entre otras.
-Nosotros te definimos como emprendedor, ¿vos?
-Emprendedor es la palabra con la que me identifico en muchas cosas. Soy un emprendedor en todo. Ser emprendedor tiene que ver con una forma de ver la vida en un sentido activa. Tratar de construir las cosas que quiero hacer, y no simplemente transitar y hacer lo que me indican desde una mirada pasiva. Un emprendedor sueña algo y va por eso.
-¿Hay algo de rebeldía en un emprendedor?
-Sí, yo creo que sí. Me considero un poco rebelde. Y hasta es un poco necesario.
-¿En qué cosas?
-A cierta edad me empecé a preguntar: ¿por qué hay que seguir tales o cuales reglas? ¿Dónde están escritas y quién las dice? ¿Por qué tengo que hacerlas así? Había cosas con las que no me sentía cómodo. La sociedad te lleva a actuar de cierta manera. Y eso me hacía ruido. De ahí creo que sale la rebeldía de decir: “¡Pará! ¿Por qué estoy haciendo lo que hago?”
-¿Cuándo te diste cuenta? ¿Qué fue lo primero que hiciste para cambiarlo?
-Tiene que ver con algo personal. Me pasó desde chico. Un emprendedor no escucha los no. Seguís y seguís. Si te quedás con el primer no, no avanzás en nada.
-En la vida del emprendedor hay muchos no. ¿Ves la filosofía del fracaso como algo positivo?
-Eso es todo un tema. Ahora lo estoy viendo de otra manera. Si bien todos te hablan de que el fracaso no es lo opuesto al éxito, una cosa es decirlo y otra vivirlo.
Me pasó con otros emprendimientos, en donde tuve que tomar grandes decisiones. Dejé el país, renuncié a mi trabajo y me fui a vivir a España. Pero tuvimos que cerrar. Lo sentí como si se hubiese muerto alguien. Fue muy difícil para mí. Ahora lo veo desde otro lugar. Las posibilidades siempre son o que te vaya bien o que te vaya mal. No hay otra. Una cosa es ser arriesgado y otra es ser suicida. El emprendedor a veces es muy optimista y hay muchas cosas que evaluar.
-¿Cómo se hace para capitalizar esas experiencias negativas?
-Yo veía que seguía invirtiendo tiempo y dinero en eso, pero sabía que no tenía muchas proyecciones. Es duro decir “esto se corta acá”. Para mí en ese momento era muy difícil. Y valoré mucho la actitud de los inversores en entender la situación. Yo trato de no engañarme. ¡Cuando no va, no va! Es mi consejo. Uno siente y también conoce los números. Hay que tomar la decisión. Lo más valioso que tiene un emprendedor es el tiempo y la energía. Si la malgastamos, no funciona.
-Se cierran puertas, pero se abren otras...
Bueno ese proyecto en España no salió como esperaba y ahí es cuando decido volver a la Argentina. Ahí conocí a Alberto Ramos (doctor e investigador de la UNT) y a parte del equipo. Así nace UnTech, que es una empresa científica de base tecnológica cuyo propósito es curar a personas en todo el mundo que sufren de heridas crónicas, a través del desarrollo de un compuesto realizado cien por ciento en nuestra provincia. Las heridas crónicas son aquellas que demoran más de seis semanas en cicatrizar. Hoy sólo existen paliativos pero no son procicatrizantes. Este desarrollo tiene todas las propiedades terapéuticas que lo convierten en una solución única y superior a lo que existe en el mercado. El proyecto está hoy en su fase científica y con UnTech estamos tratando que eso llegue al mercado y no quede en un paper. Son muy pocas las investigaciones que logran transferirse a la sociedad. Hoy el objetivo es hacer algo desde Tucumán con alcance global.
-Para todo eso se necesita plata. ¿Es complicado conseguir financiamiento?
-Es complejo. Nos estamos apoyando en capital privado para cubrir las diferentes fases. Para eso necesitamos hacer muchas pruebas clínicas que son complejas y costosas. Es un proceso que, si todo sale bien, el medicamento podría recién estar disponible en cuatro o cinco años. Venimos avanzando bastante bien.
-¿Qué ves de nuestro país con los emprendedores? ¿Los acoge o los expulsa?
-Veo que hay mucha gente que quiere emprender y hay que capitalizarla. Lo negativo es que el emprendedurismo está de moda y no es tan fácil como parece. Hay una parte de la película que no está publicada. Hay que dejar de lado la falsa idea de que el camino es corto. En nuestro caso en particular, mi socio investiga todos los días para este desarrollo desde hace más de 15 años y, si todo sale bien, recién en cuatro años podría llegar al mercado.
-¿Un emprendedor puede vivir en ese trayecto? ¿Ganan plata?
-Ese proceso de ganar plata se da cuando recién la empresa logra pasar el punto de equilibrio. Antes no. Es muy difícil. El emprendedor debe ser austero y cuidar el capital de los inversores. Debe priorizar en qué se invierte. El tiempo es oro.
-¿Solo o en sociedad?
-Siempre recomiendo en sociedad. Hay algo que es fundamental. Primero que los socios tengan el mismo hambre. Y preguntarse: ¿cuánto están dispuestos a luchar por eso? ¿Por qué estamos haciendo esto? ¿Qué nos motiva? A mí, mi socio nunca me habló de plata. Todos estamos alineados detrás de eso, que llegue al mercado y pueda curar a las personas. Eso dará después la rentabilidad del negocio. Y tendrá un gran impacto. Y después, los socios deben compartir los mismos valores. Este camino tiene vaivenes emocionales. Con un socio es más fácil. Uno a otro se levantan.
-¿Cómo te llevás con el estrés y las presiones?
-Es muy difícil cortar. Te estás bañando y estás pensando; estás de vacaciones y estás pensando. Al ser un camino tan largo, recomiendo buscar el equilibrio. Hay que alimentarse bien, hacer deporte. No es una carrera de 100 metros. Es una maratón y hay que cuidar la máquina.
-¿Quiénes acompañan a los emprendedores? ¿La familia y los amigos te entienden?
-Creo que muchos no los entienden. Te dicen dejate de jorobar con eso, andá a trabajar a una empresa. Por ahí creen que ayudarte es recomendar que hagás otra cosa. Pero está bueno que existan organizaciones que ayudan activamente en estos proyectos. Nosotros participamos en Naves, una competencia del IAE. Y fue el primer proyecto de base científica que ganó esta competencia. Esta posibilidad abre un montón de puertas. Una recomendación es participar porque más allá de ganar o perder, podés conocer mucha gente. Endeavor es otra organización, que hoy tiene oficinas en Tucumán y el Norte. Son inspiradores y te conectan con mucha gente.
-¿Los tucumanos tienen alguna característica que nos diferencie del resto?
Somos sinvergüenzas, en el buen sentido; somos arriesgados. No hay una receta, pero me parece fundamental preguntarse ¿por qué o para qué? Si detrás de eso no hay algo valioso, en los momentos malos es probable que terminen abandonando.
-¿Qué serías si no fueses emprendedor?
Soy licenciado en Administración de empresas. Y había pensado antes de estudiar eso en Arquitectura. Hubiese sido un arquitecto, pero siempre emprendedor. Esa palabra está relacionada con la libertad y con poder elegir. Voy a buscar activamente lo que quiero.
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